viernes, 1 de julio de 2011

Hacen falta pantalones y huevos…

Ciudad Victoria, Tam.- El día amaneció metido en agua nada era distinto al 28 de junio del 2010, sólo que sobre el kilometro 7.5 carretera Victoria-Soto Marina, no había cuerpos esparcidos en la gramilla a la vera del camino, hoy sólo se yerguen como testigos mudas, cinco cruces que llevan los nombres de Rodolfo Torre Cantú, Enrique Blackmore Smer, Luis Gerardo Sotero, Rubén López y Francisco David López Catache.
A las 9:50 de la mañana Martín el entusiasta porrista del PRI, junto a cuatro mujeres rezaban por las almas de los asesinados, y hasta entonces, nadie de la familia Torre Cantú se había aprontado en el sitio del múltiple asesinato.
Justo a las 10 de la mañana, descendieron de un microbús, sus incansables “muchachas de la batucada” que entre lágrimas y flores, coreaban al son de la tambora y un silbato, “Torre, Torre, Torre”.
Doña Crucita, Carmen, Lupita, Elizabeth, Rita, Delfina, Mary, Barby, Simona hacían sonar fuerte, muy fuerte los tambores, como queriendo despertar del sueño de los justos a Rodolfo, al Güero Blackmore, apenas sí atinaban a mover los pies, apesadumbradas por el recuerdo que taladra el corazón de los priístas pobres.
Ahí frente a las cinco cruces, platicaron con Rodolfo:
-Aquí estamos, rindiéndole un humilde homenaje a un buen hombre, que respetó siempre a las mujeres mayores. Un día nos dijo que no nos faltaría trabajo, comida, porque los ricos son muy poquitos, y los pobres siempre fuimos y somos tuyos, Rodolfo.
Doña Crucita le gritaba:
-Aquí estamos doctor, ¡Somos tus muchachas! Exigiendo justicia, justicia para un hombre bueno. Con él tuvimos cariño, apoyo respeto sobre todo a nosotras, las mujeres…pero ¡dejaste a tu pueblo desamparado Rodolfo! Nos dejaste solitas.
Entre sollozos las “muchachas” del Doctor Torre afirmaban:
-Él era más que un político, más que un amigo, era un hombre que respetaba mucho a la mujer, a las personas de la tercera edad, y nos dio todo su amor y fue generoso. No se quedaba con nada, todo lo daba. Pero además, fue un hombre leal a su partido, qué muchos de ahora han pisoteado, pero él lo respetó.
La batucada sonaba sus tamboras y silbatos, y a través del megáfono que portaban, exigían al viento, al cielo, a los árboles, justicia, pues el gobierno federal y el estatal, “les hacen falta pantalones y huevos para darle justicia a un hombre bueno”
-Donde quiera que este Señor Rodolfo, aquí estamos, unidas en la adversidad y en la alegría. Nosotros exigimos justicia, justicia para él para El Güero para éstos muchachos que no le hacían mal a nadie. Aquí está la pobreza, la humildad de tu gente que siempre te querrá.
Doña Crucita:
-Por las que no pudieron venir también te decimos que están contigo como hace un año cuando estábamos haciendo esto, recorriendo las calles de ciudad Victoria, cuando nos enteramos que te habían asesinado y ya no te volvimos a ver, y ese fue un golpe muy fuerte para nosotras pero sigues vivo en nuestros corazones.
Preguntaba a sus compañeras ¿Se acuerdan que nos decía, están cansadas? Y todas respondían en coro: ¡No! Con él nunca nos cansábamos.
-Doña Crucita ¿se van a cansar de pedir justicia?
-¡Nunca! No nos vamos a cansar de exigir justicia. Queremos a los culpables, no chivos expiatorios.
Y remataba:
-¡Hacen falta pantalones y huevos para darnos justicia! Pero a nosotros nos sobran huevos, y aquí estamos exigiendo justicia para este hombre bueno.
Jovana una jovencita que lloraba en silencio con un embarazo de cinco meses, afirmó tímidamente “Si mi hijo es varón se llamará Rodolfito, si Dios permite”
A encender una veladora y a rezar una plegaria por Torre Cantú, llegó Mauro Hernández quien sentenció “No creemos en la justicia terrenal, pero hay un Ser Supremo, y él, tarde que temprano dará a cada quien lo que merece”
Y doña Alicia Moncada, una mujer de 90 años se le cumplió su sueño de rezarle a Rodolfo en el sitio donde fue asesinado “ahí donde está la cruz, no cayó, cayó más allá. Yo tengo todos los periódicos con las fotografías”
-Mi hija que viene de Reynosa me trajo hasta aquí y le doy gracias a Dios porque me permitió rezarle a Rodolfo, un señor que sin conocerme, me prometió que nunca estaría sola… y mírenos, estamos más solos que nunca.
En el humilde homenaje que rindieron “las muchachas” a Rodolfo, no estaban los que buscaban la foto con el candidato, no estaban ni aparecieron por parte alguna, sólo estaban sus “muchachas” y personas que le querían bien y que lo recuerdan siempre.



El cielo está encapotado y llueve, como hace un año…

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