jueves, 30 de junio de 2011

Con cuentos baratos Lucino el borrachito quiere convencer

La tarea no es nada fácil, y a Lucino Cervantes Durán le ha tocado cargar, de entrada, con varias misiones que parecen casi imposibles, pero vaya, todo sea por seguir pegado a la ubre presupuestal que tanto aman los políticos.
Principalmente al dirigente estatal del PRI en Tamaulipas, Lucino Cervantes Durán no le queda más remedio que lidiar con una de sus más notables debilidades, su gusto por el alcohol, que le ha llevado a salir ante los medios de comunicación convertido en un auténtico lanza llamas humano, con un aliento etílico que de paso le ha servido para hacer más cortas las ruedas de Prensa banqueteras, como le ocurrió en Tampico.
Allá, con el puro tufo a alcohol, pudo quitarse de encima a los reporteros que lo abordaron en el salón de eventos El Manglar, donde no desaprovechó los pocos minutos para lanzar sus trilladas consignas contra el gobierno panista de Felipe Calderón.
Otra de las prácticas que se le han hecho costumbre.
Pero a Lucino el gusto por la bebida no es el único problema que lo aqueja, sino los cuentos baratos que sigue tratando de venderle a los tamaulipecos a través de los medios de comunicación, enfundándose en un papel de “víctima del sistema” y queriendo engrandecerse con los diez años de tropiezos que ha tenido el panismo en la máxima cúpula de poder, que comparados con los 70 años de negro historial priista son una ridícula justificación.
Para no variar, a Cervantes Durán le ha pegado muy duro la falta de interés de los ciudadanos por conocer los “nuevos rostros” del PRI, que solo mantiene sus aspiraciones a través de sus propias estructuras, las que operan mediante el esquilmo, el chantaje y la clásica “maiceada”.
El dirigente priista tiene una misión muy difícil rumbo al 2012, cuando se definirá si los mexicanos siguen hundidos en la ignorancia y la desigualdad social, mientras tanto, los tricolores no han desaprovechado el tiempo para seguir heredando los principales cargos públicos a sus consanguíneos, como en la antigua monarquía.

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